
Esta fábula no es de Esopo, sino de pujo y pojo, que las producen las ganas del antojo.
Cuento:
En cierta ocasión visitaba una Gorila al zoológico de Barranquilla, y al pasar por unas de las jaulas en las que había leones, leopardo, hienas, elefantes, cóndores, también había un gorila enjaulado que al ver a una semejante le comenzó a chistar y chistar, para llamar su atención. Se trataba de una turista gorila que se parecía a ella. Esta al escucharla se le acercó y, la enclaustrada le dice: ¿Oye hermana, que abogado buscaste para que te pusieran en libertad porque veo que andas sueltas de madrina con camisas de flores y sombrerito cubano, con un tabaco en la boca y perfumada con aromas de: ¿Le Monde Sur Mesure? (Nota para el lector, es le monde, no otra cosa, piense bien.)
Perdona amiga, pero te quiero hacer esta otra pregunta: en ¿dónde vives? “La” simio antes de responderle miraba para todos los lados, un poco temerosa, y ella, con una voz de barítono medio en machorreada, le respondió en secreto y le dice: Me asistió un tal Dr. de nombre, Populo Gustavo Manuel Mermelada. Gracias a él, pude salir de una jaula como la tuya, sucia, maltrecha, para una casa que repliqué, y que me costó 6 mil millones de pesos. – ¡No jodas!, expresó “La” simio del Zoo. Erdaaa, ¡tu si tienes suerte, vee!- Miraa que yo llevo toda una vida aquí metida en este Zoo, rancho de hierro y paja, mientras tú, según me dices, vives en un palacio, al que llegas más por aire, que por mar o por tierra.
Y… perdona la pregunta, agrega la asombrada simia: ¿Que tiene esa casa para que cueste ese billullo de billetes? Bueno, todo es cuestión de suerte, destreza. Gracias a mis habilidades conseguí que mi defensor lograra que todo me lo construyeran automático. Claro que tuve que chantajear al jefe, con mi tribu de Gorilas a quienes temen. -Amiga simia, ¿qué es eso de automático, pregunto “la” simio en jaula, porque nunca he escuchado semejante palabra? Bueno amiga, te explico: mientras tú tienes que orinar, defecar, y hacer el amor en público o detrás del matorral, o, en la cola del patio y te limpias con hojas de plátano, y luego tiras tus gracias al vecino, yo en cambio me siento en una taza grande de cerámica importada de Francia, en donde me cabe todo mi fundamento completico. Allí suelto mis pujitos unas veces sonoros otros silenciosos. Y…lo hago, con un sentir de agradable placer y magistral sabrosura que lo nota y siento el profundo cambio.
Cuando termino de hacer mis necesidades, entonces como por arte de magia, sale del fondo de la taza, color cielo una mano grande que empuña como el más valiente y atrevido héroe, un suave y fino envoltorio de papel higiénico que me limpia, me masajea y me acaricia, hasta llevarme al éxtasis y a las más sutiles e infinitas inspiraciones que jamás sentí por allá en la coquera. Te digo amiga, que otra cosa se siente por allá donde vivía antes, en que se usa el áspero papel del periódico para limpiarse el Caguán o el Orinoco, el que muchas veces, nos deja impresas en el asterisco, todas las noticias y sucesos. Por eso vivimos desapartados de la realidad, porque la actualidad noticiosa nos las pasamos por el trasero sin leerla. ¡OOOH! ¡Ah!, amiga, también me instalaron un teléfono vaginal. Ante semejante sorpresa, exclamo la simia del zoo y le dice: Mira qué maravilla, tú aprendiste hablar por la vagina, en cambio, como yo estoy metida en esta jaula, por eso, solo se decir: EJEM, EJEM, o Snouhg.
Moraleja. Solo los simios, cuando no son capaces de soportar la esperma ardiente de la quema de una vela en el dorso de la mano, si la soportan con placer, cuando hay que llevarla en el baile del fandango. Esto significa que hay que saber vivir del bobo para vivir el sufrir con sabrosura, y mientras los demás que se jodan.
Toronto Canadá.
senengonzalezvelez@hotmail.com