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Petro quería intoxicar con fake news a la embajada americana y al Departamento de Estado. Por: Eduardo Mackenzie

Esa es la principal conclusión que sale de un análisis del video revelado antier por la revista Semana en donde el senador Roy Barreras, en una reunión con un “comité de estrategia política, digital y de comunicaciones” de Gustavo Petro, traza un plan para llenar de mentiras a las autoridades norteamericanas.

Lo que revela esa grabación es que Roy Barreras no solo ayudó a elaborar sino que aplicó, o se anticipó a aplicar,  las sucias instrucciones del asesor petrista  Sebastián Guanumen contra el candidato Federico Gutiérrez ‘Fico’. Roy Barreras fue incluso más lejos: reveló a sus conmilitones que días antes le había dicho a un alto funcionario de la embajada de Estados Unidos en Bogotá que el gobierno del presidente Iván Duque “está penetrado por el narcotráfico” y que “Fico” también estaba en esa situación.

La revista Semana recibió esos videos de una fuente anónima que dijo ser “militante [del partido] Colombia Humana”. Esa persona dijo estar hastiada de ver que la candidatura de Gustavo Petro “se está hundiendo en el fango con tal de quitar del camino a sus contrincantes, sin importarles sus familias, su carrera política y hasta su dignidad y honra”.

En lugar de censurar esos siete videos, enviados desde servidores fuera de Colombia, Semana decidió ponerlos a disposición del público, realizando así uno de los actos de periodismo libre y ético más ejemplares de los últimos años en Colombia.

Así la revista bogotana destapó un nuevo gran escándalo de la campaña de Gustavo Petro: la guerra sucia mediática planeada y ejecutada por los jefes del Pacto Histórico  contra varios candidatos presidenciales, rivales o no del petrismo, antes de la primera vuelta de la elección presidencial del 29 de mayo.

Semana transcribió apartes esenciales de esas discusiones que debían ser secretas, entre Barrera y los otros agentes del petrismo, algunos encubiertos, y que hacían parte de los esfuerzos enormes de esa gente no solo para ganar una elección presidencial, sino para demoler a corto plazo la democracia representativa del país.

Roy Barreras se muestra en una de esas reuniones amargado por la visión negativa que tendría de ellos la embajada norteamericana en Bogotá, la cual  rechaza tener relaciones “fluidas” con el movimiento  petrista.  Barreras cuenta que incluso la embajada americana un día le “colgó el teléfono” a Petro sin oírlo, y que eso es preocupante pues “esos tipos tumban presidentes”.  Parece que a la embajada no le gustaron las declaraciones recientes, de corte putinesco, de Petro sobre la OTAN y la guerra de Rusia contra Ucrania. Semana, sin embargo, no saca todas las conclusiones políticas de lo que fue dicho allí y de las operaciones que siguieron.

El senador Barreras no solo participó en las discusiones sobre cómo ejecutar el plan de guerra sucia mediática contra Fico Gutiérrez sino que admitió, en ese conclave semi secreto (no se sabe bien la fecha ni el lugar de esas reuniones y el lugar de algunas reuniones es cerrado y sin ventanas, como si fuera una enorme caja de Faraday),  que él había ya aplicado ese tipo de políticas de diseminación de noticias falsas  y que uno de los blancos primordiales de esa operación había sido la embajada de los Estados Unidos en Colombia.

Semana intitula así su análisis: “En la campaña del Pacto Histórico sienten que EE. UU. puede ser un obstáculo para que Petro sea presidente; esto fue lo que planearon”.

En efecto, lo que planearon fue, según las afirmaciones del mismo Roy Barreras, realizar contactos, conversaciones y encuentros, en Bogotá y Washington, para anestesiar  con mentiras y rumores falsos a la embajada de Estados Unidos, primero, y el Departamento de Estado, después. E incluso a algunos congresistas norteamericanos.

Roy Barreras dice allí que Terry Steers-Gonzalez,  encargado de asuntos políticos de la embajada americana, aceptó escucharlo y que en esa conversación él, Barreras, le hizo saber al diplomático  que el gobierno del presidente Duque “está penetrado por el narcotráfico”.

Esa intriga de alto vuelo contra el gobierno de Duque es algo gravísimo, en mi opinión. ¿Puede un parlamentario, aun así sea de oposición,  portarse de esa manera contra su propio país?  ¿Puede un senador de la República de Colombia tratar de corromper la visión de un diplomático de Estados Unidos, la primera potencia mundial, sin presentar la menor prueba de lo que dice, para hacerle creer que el gobierno de Colombia está en manos del narcotráfico?

Un senador que va a decirle, sin razón y sin pruebas,  a un representante oficial del gobierno de Estados Unidos que el gobierno colombiano está “penetrado por el narcotráfico” está actuando objetivamente contra los intereses de Colombia. Claro, Barreras hizo esa incursión fuera de un contexto de guerra exterior de Colombia, detalle que es la condición que exige la Constitución para que el delito de traición sea configurado. Sin embargo, tal actuación, desde un punto de vista moral y político,  sí fue una traición a Colombia, al Senado de Colombia y a la nación colombiana. Sobre todo a las mayorías  que están en medio de un combate electoral decisivo que, de perderse, podría significar el fin del sistema democrático-liberal que ha estructurado nuestra sociedad desde 1819.

Roy Barreras debería ser declarado persona non grata en el Senado. Su actuación ante la embajada de Estados Unidos es un acto repugnante contra Colombia.

De las frases cruzadas en esa reunión se desprenden otros puntos: que los amigos santistas deberían conseguirle a Petro una cita con el embajador Philip Goldberg en Bogotá, pues sin esa entrevista Petro no podría ser recibido en el Departamento de Estado, a donde Petro pensaba ir antes o después del 29 de junio para mostrar eso como un respaldo americano a su candidatura y para desplegar su estrategia de rumores falsos y calumnias contra el gobierno de Duque y contra los candidatos rivales del socialismo madurista, sobre todo contra Federico Gutiérrez, quien era visto, en ese momento,  como el más temible contendor de Petro.

Querían poder desinformar  igualmente a varios congresistas americanos, como el  que Roy Barreras menciona con nombre propio en su intervención.

El uso de la desinformación como arma de guerra hacía parte de las recomendaciones pactadas en esa obscura reunión. Para ellos era indispensable ir rápidamente a Washington para frenar los efectos devastadores producidos por el Pacto de la Picota, mediante el cual Petro se ha comprometido  a no extraditar a los capos del narcotráfico y dejarlos en libertad en virtud de un artilugio inventado y bautizado por él como “perdón social”.  No sobra advertir que eso del tal “perdón social”, es una dispensa que no existe en el ordenamiento jurídico ni constitucional de Colombia.

El Pacto de la Picota es quizás el escándalo más escabroso protagonizado por la candidatura de Petro desde el comienzo de su campaña electoral. A través de diálogos realizados en esa cárcel por Juan Fernando Petro, hermano del candidato,  con algunos jefes narcos encarcelados allí, donde también se encuentran recluidos gente condenada por corrupción, parapolítica, asesinato y otros delitos, así como miembros de narco-carteles como la Oficina de Envigado y el Clan del Golfo, Gustavo Petro prometió no extraditar y concederlas la libertad a esa gente. Tal aberración y la visita de la senadora electa Piedad Córdoba a La Picota, donde habría discutido con extraditables, desató una ola de protestas en Colombia y alarmó, sin duda, a la embajada de Estados Unidos en Bogotá.

Otro enigma que aflora en los videos: el asunto de la embajada de Suiza en Bogotá. Roy Barreras parece urgidísimo. Dice que hay que conseguir una reunión con el embajador de Suiza en Colombia “ante un escándalo que se viene”. No dá más datos.   Insiste en que esa reunión debe ser “mañana”.  ¿El Pacto Histórico tiene dineros en Suiza, o tiene operadores financieros allá que requieren garantías y estabilidad  de las autoridades suizas?  Nada sabe la opinión al respecto, por ahora. Pero algún día sabremos. Ante el silencio que guarda Barreras  sobre esos temas secretos no le quedó a Semana sino la posibilidad de preguntar: “¿Por qué sería necesario reunirse con el embajador de Suiza para un escándalo? ¿De qué escándalo está hablando Roy Barreras?”. Y concluye: “El senador le debe esas respuestas al país”. En efecto, Roy Barreras, y sobre todo Gustavo Petro, deben explicar cientos de puntos obscuros de esa campana. Gracias a Semana, y a quien entregó los videos, la opinión pública no cesará de indagar y de hallar toda la verdad sobre las sucias maniobras de esa gente. Esperemos que las autoridades americanas abran más los ojos sobre la punta del iceberg destapado en buena hora por Semana.

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