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Las locas estrategias contra el Covid-19, con protocolos inventados, el reemplazo del gel por el agua y jabón, serían la causa de la posición 10 del país en contagios en el mundo, además del despilfarro. Por: María Patricia Ariza-Velasco

Desde el inicio de la pandemia fue claro para la comunidad mundial médica, no la de EEUU, que los famosos geles antibacteriales, no eran útiles en la prevención del virus que tiene en ascuas al planeta tierra. Médicos expertos en virología, de todas las latitudes lo advirtieron, indicando con precisión científica y por tanto lógica, que estos eran para atacar bacterias, no para virus, ambos clasificados dentro de los gérmenes, pero con estructuras diferentes, complicadas de entender por los humanos del común. Lo refutaron los interesados en producir estas sustancias, porque hacen parte de una industria que reporta exorbitantes ganancias, que se proyectaban en aumento para 2023, pero que creció de forma exponencial con el tema del inesperado COVID-19.  En el lenguaje de los humanos comunes y corrientes, este producto químico tiene el propósito de destruir una clase de bichos diferentes a los virus, porque de haberse tratado de bacterias, el tratamiento y prevención hubiera sido de naturaleza más afortunada y no los reportes sombríos del día de hoy.

Resulta conveniente hacer un poco de historia en relación a la aparición de los geles en la sociedad de consumo, esa misma que por la avidez crea necesidades y de lo cual obviamente se favorecen las industrias que a través de estudios de mercados, mensajes específicos y subliminales, algoritmos, etc., llevan a las masas a la adquisición de productos innecesarios y lo peor inútiles o nocivos, pero no sin antes advertir que, conocí el caso de un ingeniero que se rodeó de todos los protocolos ideados desde la OMS, los inventados en Colombia adicionalmente y los que leyó por ahí en todas esas páginas anunciadoras de haber encontrado la solución a la prevención  y ataque al coronavirus de la cepa 2019. El uso de mascarillas, caretas de última generación, tapetes al ingreso de su vivienda, aspersión con alcohol glicosilado a quienes estuvieran cerca, geles antibacteriales para él y ellos, enjuagues bucales, toallitas desinfectantes y hasta un aparato del tamaño de una Tablet, dispositivo importado y puesto en venta en algunos almacenes, dizque eficaz con sus rayos ultravioleta para limpiar de todo “virus” el teléfono celular, las tarjetas de crédito y débito y los billetes. El señor de marras, hizo todo lo que se convirtió en mitos urbanos, pero se contagió y milagrosamente superó el virus, desconociendo cuales serán las secuelas, porque ese es el siguiente problema, donde tampoco se ofrecen constantes para el estudio médico científico.

No es claro el origen de la creación de este gel, que no es antiviral; algunos la atribuyen a una enfermera de origen latino en California, EEUU, hace un par de décadas, pero hay quienes dicen que fue un grupo de investigadores. Es posible apuntar a la primera posibilidad por aquello del sesgo machista y mejor adjudicarlo al grupo de hombres investigadores totalmente caucásicos. Lo cierto es que se hizo famoso y objeto de consumo masivo a raíz de la epidemia del H1N1 o gripe porcina, hace aproximadamente 11 años en el país del norte y su salto a la fama disparó las ganancias de esta industria especializada. Los estudios indican que el 70% de los habitantes de los estadounidenses lo consume, ciertamente hace parte de la canasta familiar. La solución contiene entre el 60% y el 65% de alcohol etílico, indicando que elimina el 99.9% de las “bacterias”. El naciente producto se ofertó desde entonces, por su demanda y éxito en diferentes presentaciones de tamaño, olor y color, generando un negocio espectacular al que ingresaron prestigiosas marcas de perfumería.

Todo lo anterior no generaría peros o suspicacias, con ocasión de la pandemia actual, sino es porque Estados Unidos de América se encuentra como el país con mayor número de contaminados, usuarios compulsivos del gel y Colombia en el noveno puesto. En México, este producto al inicio de la crisis, de ofrecerlo a costos módicos, pasó a precios que superaron el 1666%.  En Colombia el Ministerio de Salud ingresó a sus habitantes al frenesí del gel, lo cual conllevó a producción masiva, incluso por personas, entidades o empresas que jamás habían incursionado en esta industria y ahora en cualquier garaje, donde por ejemplo se fabricaban veladoras, producen y empacan el maravilloso producto, algunos parecen “baba de caracol”, de hecho, hacen recordar la famosa gomina o “moco de gorila”.Empoderaron” así mismo, a un resto de personajes en las entradas de centros comerciales, almacenes, bancos, oficinas de atención personal, obvio clínicas y hospitales, quienes dan órdenes cual camajanes, osando pedir datos personales, desconociendo el destino final y sobre todo la seguridad en la manipulación de estos.  En este país donde el etanol resulta ser reemplazado por el peligroso metanol, no es raro que al igual que México, estén vendiendo gel con esta clase de alcohol altamente tóxico, sea por vida oral o cutánea.

¿Que recomendó la OMS desde el inicio de la pandemia? Pues el uso permanente y adecuado del tapabocas, el distanciamiento y el lavado usual de manos con agua y jabón. Sugirió el uso del alcohol glicosilado, cuando no se encuentra a disposición lo último, pero lo ideal el lavado de manos (vale la redundancia).  ¿Qué puede pensarse con ocasión del crecimiento de contagio en los Estados Unidos de América y en Colombia? Sencillo, el método ideal fue desplazado por el gel que combate las bacterias y las gentes dejaron de lavarse las manos. El virus siguió alojado en los miembros superiores a donde arriba al parecer por vía aérea.

Como dato relevante, importante para tener en cuenta es que, La  Administración de Alimentos y Medicamentos, reconocida por la sigla FDA, de los EEUU, institución internacional referente en estos temas ( pues autoriza o saca del comercio productos médicos o relacionados), para el mes de junio del año en curso,  se mostró interesada en reunir información adicional acerca de la seguridad a largo plazo para los consumidores de la exposición diaria y repetida a los ingredientes que componen los geles antibateriales, así también sobre el uso de estos productos por parte de ciertos grupos, incluidos los niños y las mujeres embarazadas, pues la absorción tópica de estos podría estar generando riesgos, a raíz de haber detectado por  la exposición sistémica, presencia de ingredientes antisépticos en la sangre o en la orina, pues se ha hecho más recurrente de los esperado, por lo que era urgente reunir más información. Suele ocurrir que donde la FDA pone el ojo, por ahí derecho pone la bala y prohíbe el uso de ciertas sustancias, salvo que, producto de la corrupción mojen la mano y el tema baje de protagonismo por causa de los miles de millones de dólares que genera su venta.

En otros países de América Latina no usan el gel y mucho menos impuesto el uso por el gobierno, tal como ocurrió en Colombia. Todas las órdenes emanadas desde el Ministerio de Salud, traducidas en innumerables protocolos, obligaron el uso de los geles en supermercados, almacenes, bancos, oficinas de uso recurrente como las notarías o del Estado, salones de belleza, oficinas empresariales, centros comerciales, restaurantes, en fin, todo lugar abierto al público. Al leer los múltiples protocolos emanados del mencionado Ministerio, es obligatoria la aplicación del gel y por tanto proliferó su uso, con ello la importación masiva al agotarse el producto en existencias nacionales, además de aumentar su producción a nivel interno, de manera industrial y artesanal, pues los tutoriales de producción inundaron las redes sociales.  Eso significó aumento descabellado en el valor de la oferta y por ello la inversión de miles de millones de pesos, lo cual hizo el gobierno a nivel nacional y también territorial además del sector privado, sin contar familias que afanosamente recurrieron a comprarlos, incluyendo en el kit, guantes, tapetes, toallas desinfectantes, vinagres y todas las presentaciones comerciales de hipoclorito de sodio.

Manteniendo la dinámica anterior, el Ministerio de Educación profiere las correspondientes resoluciones, siguiendo los criterios del Ministerio de Salud, para aplicar en primer lugar en todas las escuelas y colegios públicos, las cuales obligatoriamente deben replicar los privados, algunos de estos sometidos a la alternancia en el presente año. Igualmente, para las instituciones de educación superior del orden nacional o territorial sin excepción. Ello significa la erogación de enormes sumas de dinero referidas a los geles antibacteriales. No se trata de sumas insignificantes, pues es astronómica la inversión de dineros de lo público y lo privado en productos que deberían ser solo una opción cuando no se cuenta con agua y jabón. Más rentables y útiles los lavamanos portátiles, que usaron con mayor lógica en algunos establecimientos comerciales. Loable si, la unificación de criterios ministeriales así no sea suficientemente científicos, porque en el caso de los Ministerios de Minas y el del Medio Ambiente, cada uno hace lo que le viene en gana en desmedro de los intereses de la sociedad.

Por todo lo anterior, duele profundamente que recursos económicos necesarios y urgentes para la realización de programas de salud y educación, se inviertan en lo innecesario y que podría ser una de las causas de la mayor propagación del virus en los países como Colombia, que pasó de la opción excepcional por la falta de agua y jabón, a la obligación de su uso en todos los protocolos de bioseguridad con ocasión de la pandemia a fin de mitigarla. En otras palabras, se reemplazó absurdamente el lavado de manos permanente, recomendado por la OMS,  por el uso de los geles. Se desconoció adicionalmente que el uso no moderado, es decir excesivo y obsesivo como está ocurriendo, genera modificación por la alteración de la barrera cutánea natural de la piel. Entre los riesgos según dermatólogos, se encuentran: La alteración del PH y de sobreinfección bacteriana, más la aparición de enfermedades inflamatorias como: dermatitis por contacto de tipo irritativo y dermatitis atópica, así como la alarma que de alguna manera presenta la FDA, como anteriormente se connotó.

Se concluye que la beneficiada indiscutible es la industria formal e informal de los geles, los empresarios distribuidores, en fin, toda la cadena que representa inmensas ganancias. El efecto deseado no se ha producido, por el contrario, el desplazamiento del método eficaz del uso de agua y jabón, puede ser la causa negativa que nos ubica entre los diez países más contaminados del mundo. Por otro lado, se pierden grandes recursos económicos dentro del denominado gasto público, que discriminado en los sectores educación y salud pública, significa el sacrificio de inversiones urgentes.

Entre tanto, se espera una vacuna en tiempo récord, que no se apaña a la realidad de lo acontecido con otros virus, que perviven en el planeta y frente a los cuales los investigadores no cesan de invertir tiempo y recursos para encontrar las vacunas como sucede con el SIDA, la malaria, la tuberculosis o el papiloma humano cuya vacuna ha sido tan cuestionada, que la Corte Constitucional decidió que no podía ser inoculada obligatoriamente por los resultados adversos comprobados. No podemos caer enalegrías de perro flaco”, pues los protocolos para su aplicación pública general requieren de tiempo y no solo buenas intenciones, porque no se trata de una prueba deportiva.

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