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La sombra de Stalin. Por: Eduardo Mackenzie

El nuevo filme de la realizadora polonesa Agnieszka Holland es una obra de arte y un manifiesto anti comunista.

L’Ombre de Staline, para los espectadores franceses, cuenta, de manera magistral, un dramático episodio de la vida de Gareth Jones (1905-1935), el primer periodista que descubrió lo que estaba pasando en Ucrania en 1932-1933. Él no entendía cómo hacía Stalin para exportar trigo a países occidentales mientras que los medios informados europeos sabían que los campesinos soviéticos estaban pasando tremendas dificultades.

Interpretado por el excelente James Norton, Gareth Jones tenía un cierto renombre cuando decidió hacer ese reportaje. Su habilidad lingüística (también hablaba en francés, ruso y alemán) lo había llevado a los mejores círculos diplomáticos. En 1930, fue asesor de política exterior del ex primer ministro David Lloyd George. Enviado a Alemania para entrevistar a Hitler, Jones subió al avión que el líder nazi tomó para llegar a su primer mitin como canciller. Ese detalle biográfico fue utilizado después por los comunistas para calumniar a Jones e imputarle simpatías nazis.

Al llegar a Moscú, el joven reportero supo que uno de sus colegas que investigaba sobre Ucrania, había desaparecido. Contra el consejo de algunos, logró obtener un permiso para viajar a Ucrania en tren. Lo que encontró en Kouban fue terrorífico: en pleno invierno, los campesinos estaban en la miseria total, sin luz eléctrica, sin alimentos, sin semillas. No tenían zapatos, ni vestidos, ni papel, ni clavos, ni hornillos para calentarse. El trigo y demás productos agrícolas eran decomisados brutalmente por las autoridades bolcheviques.

Jones descubrió así, y sufrió en carne propia, la terrible hambruna, orquestada por Stalin para castigar a los campesinos de esa región que había sido una base de los ejércitos blancos durante la guerra civil. Esa decisión llevó a miles de esas víctimas desesperadas a optar por el canibalismo para sobrevivir. Cerca de 7 millones de soviéticos murieron de hambre, cuatro de los cuales eran campesinos ucranianos.

Jones salió casi por milagro de ese lugar agonizante. Capturado por una milicia local, solo escapó a la muerte, o a la desaparición, gracias a la acreditación que tenía de Lloyd George. Bajo la amenaza de que tres de sus colegas arrestados en Moscú serían suprimidos si él no decía en Londres que todo iba bien en Ucrania, Jones fue expulsado de la URSS. Pese a todo, él denunció la hecatombe en una conferencia de prensa, el 29 de marzo de 1933. Moscú optó por liberar a los rehenes meses más tarde.

La intención de Jones era frenar con sus declaraciones la monstruosa hambruna, la cual pasaría a la historia bajo la denominación de “Holodomor”, es decir exterminación deliberada por el hambre. No lo logró. Ayudados por periodistas de izquierda, sobre todo por Walter Duranty, el cínico (y muy mamerto) corresponsal del New York Times en Moscú, los soviéticos respondieron que Jones mentía, que su testimonio era “propaganda contra-revolucionaria del Occidente capitalista”.

Duranty, quien reconocía en privado que había una catástrofe en Ucrania, sin decirlo en sus artículos, recibió después el Premio Pulitzer por haber “informado de manera imparcial” sobre Rusia. Jones, en cambio, pasó al olvido. Empero, él logró publicar, al menos, 20 artículos en la prensa inglesa y norteamericana sobre lo que vió y fotografió en Ucrania, gracias a que el magnate australiano Rupert Murdoch, el único que resistió a los dictados soviéticos y de la intelectualidad occidental bien pensante, le dió esa posibilidad.

Tres años más tarde, Gareth Jones murió en circunstancias misteriosas, mientras realizaba un reportaje en Mongolia, tras ser apresado y ultimado por bandidos de derecho común que posiblemente estaban bajo sueldo del NKVD soviético.

Pocos especialistas conocían hasta hoy el nombre del periodista que había revelado esa inmensa matanza comunista. “Agnieszka Holland decidió corregir esa injusticia flagrante, y ahora todo el mundo puede conocer el destino de ese hombre valiente”, comentó la escritora Yaryna Havriliouk. Ella agrega que esa película muestra “la lucha del hombre contra el sistema”. Yo diría que ese filme rinde homenaje al triunfo póstumo de un individuo libre contra una dictadura criminal que se creía invencible.

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