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La generación de la Izquierdopatía revolucionaria. Por: María Fernanda Cabal

“Nuestra revolución es tan cubana como nuestras palmas (…) Y toda ésta campaña de ‘comunista’, campaña falsa, campaña canallesca, que ni nos preocupa, ni nos asusta”… Éstas fueron las palabras de Fidel Castro a finales de los años 50, cuando la ‘Revolución Cubana’ comenzaba a abrirse paso.

Sesenta años después, las banderas del régimen ‘castrista’ están manchadas con la sangre de 7 mil 437 cubanos que han muerto o desaparecido, tratando de escapar de la crueldad impuesta por los hermanos Castro.

Para la isla, el escenario no ha sido otro que el de una dominación asfixiante, que cercenó el desarrollo de un pueblo que creyó en una falsa promesa de justicia social y libertad.

La dictadura, atornillada al poder desde entonces, se convirtió en el mayor exportador de violencia de nuestra historia reciente.

A Fidel le siguió los pasos su más fiel alumno, Hugo Chávez, que a través de la ‘Revolución Bolivariana’ estableció un régimen que logró acabar con el país otrora más rico de América Latina.

Imposible olvidar la respuesta negativa de Chávez cuando medios internacionales le preguntaban si era socialista; para años después, desnudar su discurso y gritar: “yo soy un verdadero revolucionario y estoy dispuesto a morir una y cien veces para construir en Venezuela el socialismo”.

Hoy, están en manos de Nicolas Maduro. Y así como Cuba, se encuentran atados a una dictadura aliada al narcotráfico.

Todo esto se ha dado bajo el manto de la ‘inversión revolucionaria’, como estrategia perversa y eficiente para convertir lo malo en bueno y lo bueno en malo, mediante la promoción sistemática de la mentira.

Esto ha dado origen al surgimiento de “líderes” cuya mentalidad macabra se aglutina en dos palabras: izquierdopatía revolucionaria. Trastorno que ha sido un rasgo común en los autodenominados “representantes del socialismo del siglo XXI”.

Narcisistas, mitómanos y paranoicos; los izquierdopatas emprenden luchas “románticas” con el fin de autoproclamarse como salvadores, no importa si eso significa sacrificar la vida de terceros; pues su “amnesia selectiva” sirve para construir su propia verdad, hilando una narrativa que les ha permitido conquistar naciones enteras.

Lo que resulta además increíble, es que aún cuando sus representantes tengan un largo prontuario de vidas humanas destruidas, han tenido el descaro de diseñar “premios” para adornar su ego, maquillar sus acciones y blindarse, para evitar ser juzgados.

Prueba de ello ha sido la creación de galardones como el “Premio Dimitrov” de la República Popular de Bulgaria -en honor al funesto Secretario General de la Internacional Comunista (Komintern), Georgi Dimitrov-; instituido en 1950 para destacar a nacionales o extranjeros por su “labor socio-política, científica y creativa para la paz, la democracia y el progreso social en el mundo”.

En los años cincuenta, también fue creado el “Premio Stalin de la Paz”, rebautizado como “Premio Lenin de la Paz”, luego de la desestanilización, seguramente en el afán de ocultar los 40 millones de muertos causados por él.

El galardón -equivalente a un Premio Nobel de la Paz- nació como una iniciativa de la Unión Soviética para ser entregado a individuos que hubieran “contribuido a la causa de la paz entre los pueblos”.

Tanto el Premio Dimitrov como el Lenin de la Paz fueron otorgados a personajes como Fidel Castro, por su aporte a la expansión del socialismo en América Latina. Su hermano, Raúl Castro, también recibió la misma exaltación por su “excepcional aporte a la construcción del socialismo y su quehacer, por consolidar los principios de justicia, humanismo y progreso social”.

Con el paso de los años, los izquierdópatas han entendido que es más fácil conseguir sus objetivos con el apoyo de seguidores manipulables. Saben que tienen un público que los oye y les cree.

En nuestro país hay quienes repiten el discurso populista, con la misma receta de inversión de la realidad, en donde la seguridad es ahora llamada “guerra” y la paz significa impunidad para terroristas.

Nuestra democracia está en riesgo. Tenemos que unirnos y tomar decisiones en defensa de la libertad.

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