
Ha hecho carrera una afirmación en nuestras costumbres tropicales en Colombia, que por ello algunas personas creen que es legítima: “las mentiras blancas no hacen daño”. Pero son mentiras y éticamente no constituye el comportamiento deseado para una persona reconocida en cualquier ámbito de desempeño. Peor la mentira dolosa, la que hace parte de los comportamientos y define la catadura moral de un ser humano, acá y en las mismas antípodas.
En estos tiempos difíciles que definirán la ruta de nuestra enferma democracia, desde una bodega de redes sociales dedicada a esparcir la semilla del odio sectario, integrada por falsos perfiles y además falseadora de otros, trabajan arduamente basados obviamente en mentiras, injurias y calumnias, sin ningún temor de lastimar a las personas y familias (Esto tan despreciable, ¿es una forma de lucha?). Siguen la misma línea comportamental de su inescrupuloso líder y círculo más cercano de pares, cuya impronta siempre ha sido el uso de las falacias, engaños, verdades a medias que son mentiras, e incluso atribuirse hechos que jamás han sucedido, hasta el punto que él mismo sujeto ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira, porque se ha convertido en su costumbre reconocida como hecho notorio, al punto que en estos días las gentes de la andina Zipaquirá dice que el individuo de marras nació en la costeña Ciénaga de Oro y sus lugareños reaccionan afirmando que es del primer municipio. Este fenómeno en Derecho es conocido como “colisión negativa de competencias”, en este caso “colisión negativa de tierra natal”.
Al leer estas líneas, fácilmente podrán identificar al controversial y reconocido personaje de las bolsas negras, el mismo que hace poco algún columnista se refirió como “el innombrable”, ese que se ha atribuido títulos posgraduales, de estudios no concluidos, con aspiraciones a la primera magistratura y en campaña permanente hace más de doce años, aglutinando toda la flor y nata de la delincuencia y la corrupción política y moral de Colombia, verdaderas huestes que han sometido a este país y lo han condenado a sufrir de Alzheimer, para facilitar el camino de los contubernios de los Foros de Sao Paolo y Puebla, en verdadera alianza criminal. Se trata del individuo que se le llena la boca afirmando descaradamente que ha sido absuelto de todo su prontuario delictivo, llamando a confusión. Haber sido indultado, es muy distinto a lo que proclama, jamás ha sido absuelto y esa es una de las razones por las cuales siempre ha tenido resistencia en el mundo de las personas honorables. El mismo sujeto que hizo el experimento del estallido social en el 2021, para preparar las líneas de combate en este 2022, en caso de su fracaso político, como ya se observa del píe en alerta en algunas universidades públicas, ni mas ni menos la primera línea.
El mismo sujeto que en no pocas ocasiones ha afirmado que la Corte Interamericana de DDHH lo absolvió por solo uno de los temas alrededor de todos los hechos irregulares públicamente conocidos. Se trató de la destitución impuesta por la Procuraduría General de la Nación y que obviamente consciente del desconocimiento del tema por un porcentaje muy grande de connacionales, produce desinformaciones. Debe aclararse, que la Corte no analiza ni juzga la conducta de persona naturales, solo estudia el comportamiento de los Estados miembros del Sistema, para determinar si aplican o no la Convención Americana de DDHH y demás instrumentos internacionales, declarando responsable al Estado de Colombia, pero jamás absolviendo a este individuo.
Desde el 29 de mayo, al innombrable, le tomó de sorpresa el ascenso vertiginoso del ingeniero Rodolfo Hernández en la aspiración a la Presidencia de la República. Ese mismo día a partir del plañidero discurso, en el ambiente de despilfarro milimétricamente preparado al mejor estilo “capitalista y mafioso”( términos usados por él mismo en su narrativa oral llena de silbidos propios de ofidios), el coletazo de su fiera herida no ha cesado y la bandera ha sido la infamia encarnizada. Cree y hace creer a sus seguidores zombis, e instruye a sus esbirros en historias falsas y sobre todo pretende erigirse como la fuerza moral, la conciencia de un pueblo, cuando carece rotundamente de las características propias de personajes como Luis Carlos Galán Sarmiento o Álvaro Gómez Hurtado. Se manda “cascara”, cuando engaña e indica ser el émulo de estos grandes entre los grandes.
El odio se hizo carne, tiene nombre propio y es el autor intelectual de las divisiones y polarizaciones, pero al quedarse sin el argumento contra Uribe, busca desesperadamente sin razones, sin escrúpulos, porque no tiene donde apelar. La estrategia se concentra en atacar al ingeniero Rodolfo Hernández. Descontextualizan descaradamente, sin ningún recato, editan intervenciones de este candidato e incluso de su esposa Socorro Oliveros de Hernández, avocan hasta temas íntimos y dolorosos. Eso es nada más y nada menos que sicariato moral. Se ha valido este siniestro personaje del desconocimiento que tenemos de nosotros mismos, de esa variedad de costumbres que nos caracterizan y por eso el término de “regiones” se consagró en la Constitución Política. Se atreve osadamente señalar que su rival cambiará el horario de trabajo de los empleados en lo público y privado, cuando el candidato del verdadero y no engañoso cambio, indicó sería su horario de trabajo, no el de otros, para cumplir con sus planes de gobierno
El santandereano tiene su propia impronta, antes del arribo español, pues sus tierras las habitaban una etnia de diferente fenotipo a la muisca, los guanes, descritos en los diarios de los conquistadores como altos, blancos y además aguerridos, quienes difícilmente se sometieron y se produjo un mestizaje relativo. En Zapatoca se descubrieron restos óseos en 1997, en una cantera y al ser investigados por el Instituto Nacional de Antropología, dictaminó correspondían a un adulto y un niño de la época precolombina, concluyendo por el análisis craneométrico, eran caucásicos.
En diferentes épocas arribaron alemanes, daneses, italianos, surgiendo nuevas generaciones que debieron enfrentarse a una naturaleza agreste, ambientes muy húmedos, donde hombres y mujeres han luchado y trabajado hombro a hombro, madrugando, construyendo hogares y sociedad, emprendedores y de manera general honestos. Sembrar en Santander, significa hacer la tierra y esa dureza se refleja en el rostro serio, ajeno a las sonrisas, en su expresión oral fuerte, ramplona para otras regiones, diferenciándose hasta en esa manera de gesticular. Aportaron a la historia personajes como Custodio García Rovira, Manuela Beltrán y Doña Antonia Santos, que hacen parte del mosaico de héroes de la patria; una generación de jóvenes varones se sacrificó en la guerra de los mil días y por su talante, se partió en dos el Gran Santander por sugerencia extranjera, bajo la consideración de no colocar en riesgo la unidad nacional. El Catatumbo quedó en Norte de Santander y el Chicamocha en Santander al dividir de tajo la tierra y el corazón de una raza. El hombre “leopardo” no usa el piropo propio del costeño o el antioqueño o la ternura del nariñense, no es galante, pero se enorgullece fuera de su hogar, de su progenitora, de su cónyuge o compañera, de sus hijas e hijos. Ama su tierra y sus creencias.
Solo a partir del conocimiento, es posible comprender ingeniero Rodolfo Hernández, sin el uso de mezquinos calificativos, sin la rastrera descripción del opositor sin argumentos. Sus ejecutorias comprobadas como empresario, protagonista de mejor calidad de vida a partir de vivienda digna para estratos menos favorecidos en Bucaramanga y municipios aledaños desde su empresa; por generar empleos justamente remunerados; por demostrar que se podían sanear las arcas públicas de una ciudad, de acabar con los carteles de la contratación pública; por demostrar que las venias o las coimas no era el ideal de comportamientos frente al servidor público, quien debía en cambio servir y no ser servido. Por todo lo anterior es la garantía para todos y en respuesta, se alinderan los corruptos, los que han usufructuado impunemente los haberes del Estado sin ningún miramiento, al lado del siniestro personaje que pasó su vida de vago en Zipaquirá, al M19, comete fechorías contra la sociedad, vive de la teta estatal, con bienes de dudoso origen, se rodea de la casta política más tenebrosa en la historia del país, entre ellos ese que vendió la patria a través de las conversaciones de la Habana.¡ Vaya cartel y vaya descaro al predicar moral y lucha contra la corrupción!
El Ingeniero Rodolfo Hernández, debe recordar la máxima y arenga comunera “siempre adelante, ni un paso atrás”, recordada por Luis Carlos Galán Sarmiento y aún más, la encomendada a Rondón en el Pantano de Vargas: “salve usted la patria”, de los enemigos reconocidos de ella, deber a cumplir acudiendo a las urnas para apoyar su nombre los colombianos de bien.