COSTA NOTICIAS

El teatro del Acuerdo entre Santos – Farc, cae puesta en escena al publico del abrazo que no fue, pero ocultan la cumbre del gran titiritero con las Farc y su vocero: María Patricia Ariza-Velasco

Es en extremo útil conocer el significado de las palabras de nuestro idioma, pues la extrema izquierda colombiana está realizando ingentes esfuerzos por cambiar el sentido de aquellas que califican las acciones, en contradicción abierta con las definiciones de la Academia Real de la Lengua Española. Para contextualizar miremos algunos ejemplos de lo utilizado en la retórica de estos sujetos: los secuestros dicen, fueron “retenciones”; los reclutamientos forzados de menores, son creaciones de la ficción pues jamás existieron, fueron actos de voluntad auténtica de menores de edad; los delitos contra la libertad u honor sexual fueron “errores políticos”. Para el gran titiritero quienes osaron decir no a las conversaciones de la Habana previas al “Acuerdo de la Paz”, no fueron contradictores legítimos en un proceso democrático al acudir a las urnas y presentar su inclinación al NO, en cambio fueron “enemigos de la paz”; las extorsiones o “vacunas” a ganaderos y agricultores, además a empresarios de diferentes modalidades, fueron un “impuesto”, etc., en fin, tantos significados que también asombrosamente aplauden multitud de incautos e ignorantes.

El diccionario de la RAE, presenta las acepciones posibles para una expresión lingüística, de las cuales no es posible efectuar abstracción, porque las produce la autoridad legítima del idioma o la lengua española.  Por eso vale la pena examinar el vocablo o sintagma nominal “teatro”, el cual ofrece diez significados, convergiendo a términos comunes como “representación” o sitio decorado para esta. Invito a la verificación.

Pues bien, en ambientes académicos de posgrados, he planteado ese particular hecho sucedido hace 4 años en el Teatro Colón, que se coló a la Constitución Política. Sí, me refiero a la firma del llamado “Acuerdo de Paz”. En la página de esta institución dispuesta en la web, anota: “Con más de 128 años de historia el Teatro Colón se ha consolidado como el principal centro de producción de las artes representativas y musicales del país”. Al inducir al análisis de este escenario dedicado a representaciones y lo acontecido el 26 de septiembre de 2016 en sus tablas o proscenio, observado por toda la nación por gracia de la televisión y guardado en las “memorias” del país, las lecturas conscientes, los análisis de los estudiantes se reflejan en los rostros donde se dibuja la perplejidad, aún en los que optaron por votar SI. El acontecimiento lo observaron personas conscientes del hecho, pero no cayeron en cuenta del escenario donde culminó el engaño y trapisondas que son corroboradas día a día desde hace un cuatrienio. La cadena de sucesos, arriban a la conclusión que fue una obra teatral, no logran definir a cuál género corresponde, si pertenece a uno de los mayores, es decir a la tragedia, comedia o drama o, quizá encuadre en uno menor como el entremés o sainete, porque musical no lo fue, pues quienes “cantaron y aún cantan la verdad” estuvieron fuera de escenario y por tanto declarados “enemigos de la paz”, por el gran titiritero. Se deja en manos de expertos, ubicar esa pieza teatral en el género correspondiente, pero me atrevo solo como aficionada a su observación, más no experta, a encuadrarla en el sainete, pese a que bien podría ser una tragedia al mejor estilo griego.

La obra teatral no concluyó ese día, los actores, comité de aplausos y áulicos de entonces siguen actuando y generan obras menores consecuencia de la primera. Las actuaciones nuevas se llevan a recintos menores o a la plaza pública, posiblemente como “teatro callejero” fungiendo como directores algunos que no tienen en cuenta el papel tan importante del productor, si se apela a estas figuras de la cinematografía. En ciertas ocasiones se usó como escenario algún sepelio, alguna reunión de víctimas para intentar infructuosamente dividendos políticos, no han faltado gritos destemplados.

La semana que antecedió, se efectuó una “puesta en escena”, en algún parque público de Bogotá, cuya directora teatral fue la Alcaldesa López. Reunieron a mujeres, entre ellas a Carmen Adriana López, integrante de una mesa de víctimas para cumplir tareas de un programa del Distrito, pretendiendo en “acto de improvisación”  abrazara en señal de perdón  y reconciliación a la congresista de las FARC Griselda Lobo, conocida como Sandra Ramírez, la compañera de Tirofijo, vicepresidenta del Senado de la República y quien también había señalado días antes que no habían pruebas contra el cieguito Santrich y su actividad como narcotraficante; la misma que afirmó desfachatadamente en torno al reclutamiento de menores que, como tal este no había sucedido y que realmente lo ocurrido fue “por las condiciones de abandono a jóvenes que viven en el campo y no tienen tiempo de estudiar porque deben cumplir labores del campo y no hay políticas públicas para ellos”. Miren pues, le hicieron competencia al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y no conocíamos la labor altruista de padres y madres comunitarios cumplidas por los cuadros directivos de la guerrilla! Otra deuda más de Colombia, de las víctimas, para los ofensores o victimarios.

Volviendo a la solicitud de la congresista, aupada por la directora del teatro la señora López Hernández que representa a Bogotá, Carmen Adriana López se negó, permaneció sentada indicando con serenidad que no era fácil y que lo que deseaba era que dijeran la verdad, para que, construyendo la paz, se pudiera dar el abrazo justo. Cortaron la parte del video, donde se observan los ojos desorbitados de la mandataria local.

El abrazo como símbolo de perdón, sin detener el análisis de la conveniencia o no, por razón de la pandemia del COVID 19, debe ser objeto de un mejor examen por todo el significado que encierra. Ese acto de rodearse con los brazos, lenguaje no verbal, tiene carácter de afecto, cariño, amor y reconciliación. Se abrazan en América Latina a manera de saludo y como muestra de confraternidad. En Colombia los amigos varones solían hacerlo antes de estos tiempos del coronavirus, con estruendosas palmadas en las espaldas, como parodiando la sacada de gases de los bebés. En el viejo continente va acompañado de besos en las mejillas, costumbre que no caló en estas latitudes por causa del machismo del trópico. Entre las damas el tema era menos complicado, sin negar el tópico de la espontaneidad.

El abrazo como símbolo de reconciliación o perdón, requiere de actos propios de arrepentimiento por cuenta del ofensor, so pena de convertirse en otra afrenta para quien generosa e ignorantemente accede a ser abrazada. Este hecho humano no puede ser objeto de un acto dentro de las representaciones, cuando ha sido colocada en la obra teatral una persona de sorpresa, más no un actor.

Volviendo al evento dónde se toma de sorpresa a Carmen Adriana López representante de una mesa de víctimas, su respuesta representó lo que ha clamado un porcentaje grande de colombianos, donde la Comisión de la Verdad, debe arrojar resultados sin maquillajes, no sesgados, difícil petición por la naturaleza de los personajes que la integran. La réplica de la señora, es la de los colombianos que no desean más ironías y burlas a partir de las que evidenció públicamente el sujeto Santrich, con el “quizá, quizá”. Pero además dentro del proceso previo al acto teatral del 26 de septiembre de 2016, se informó al país que los mansos sujetos interesados por la paz, esto es los cabecillas de las FARC, los mismos que se encuentran sentados en curules del Congreso de la República de manera gratuita, estaban dispuestos a decir la verdad y que el director y principal guionista de los Acuerdos, con su sequito de tramoyeros, diseñaría otro escenario a su acomodo, en otra obra teatral llamada la JEP.

Dentro de la serie de sainetes generados, otro tomó escena  la noche del miércoles 2 de septiembre.  ¿Acaso, el tema de decir la verdad por las FARC, no había sido definido antes del acuerdo y finiquitado con la firma?; ¿Por qué tanta preocupación por ocultar el sentido real del encuentro de los cabecillas de esta guerrilla, el gran titiritero, Cepeda en el lugar de residencia del exaspirante a la Presidencia de la República, de apellido Cristo?; ¿Por qué en el escenario de esa obra de teatro oculta, en desarrollada en altas horas de la noche, colocan un armario en la ventana, ante carencia de cortinas?; ¿Por qué ahora Cristo  usa  el calificativo de “derecha radical” para sumar uno nuevo a los “enemigos de la paz?; ¿Será que en esa reunión, salió alguien más del armario (mutatis mutandis aplicado a closet)?. Genuinamente creo que el director de teatro, el gran titiritero, se reunió con el grupo técnico, sus tramoyeros, pues los últimos hechos conocidos por el país, desembocaron en el conciliábulo detectado por cuenta del confinamiento por el COVID 19, pues se alteraron las rutinas de sueño.

Dejémonos de vainas, las cosas por su nombre, porque el famoso acuerdo no se firmó con la Academia de la Lengua Española, por tanto cada verbo, cada sustantivo y calificativo debe ser usado, sin desviar las acepciones correspondientes, que son las que se aplican de manera especial con los verbos rectores, incluyendo los complementos, en la descripción de los delitos contenidos en el Código Penal de Colombia y el Estatuto de Roma. Los abrazos, cuando correspondan y las obras de teatro que se conserven en los escenarios propios.

Comparte esta entrada:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore