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El país que sigue quemando a sus niños. Por: Ulahy Beltrán López*

La agencia oficial en Colombia que maneja e informa la casuística de los eventos de salud pública, el Instituto Nacional de Salud (INS), ha reportado que en las festividades de fin del año 2020, el total de pacientes lesionados con pólvora (con corte al primer día del 2021), fue de 538, de las cuales 351 son adultos y 187 menores de edad.

Si bien para esta entidad al comparar la cifra total de lesionados con pólvora en Colombia en diciembre del 2020 y en las primeras horas de inicio del 2021 con la resultante en diciembre del año 2019 y primeras horas del 2020, existe una disminución del 30,7 por ciento en el total de los afectados con artefactos explosivos, pues en ese fin de año fueron 777 los casos oficialmente reportados frente a los 538 informados ahora, no deja de preocupar lo ocurrido con los menores de edad en el cierre del 2020 y el inicio del 2021. No se puede negar que esos 187 menores de edad lesionados con pólvora reportados ahora, representan una baja de 24,6 por ciento frente a los 248 reportados en el pasado período, pero existe un grave problema de salud pública detrás de estas cifras en los menores de edad.

No resulta coherente que en Colombia ese grupo poblacional considerado vulnerable y de especial protección por la Constitución y las leyes, se esté informando a la comunidad internacional que casi 200 niños se hayan quemado con pólvora entre el último mes del año que pasó y el inicio del nuevo. Parece increíble que aún después de haberse expedido normatividad específica para prohibir el uso de la pólvora para no exponer al peligro la integridad física de las personas, especialmente a los menores, y de haberse realizado innumerables campañas informativas que advertían del riesgo que corren los menores así expuestos, hoy se estén informando las cifras de víctimas que ha consolidado el INS.

Ahora bien, la cifra de menores quemados en Colombia en diciembre del 2020 y en las primeras horas del 2021 puede ser aún mayor a la hasta ahora reportada, dado que es posible que exista un subregistro del total de estos pacientes lesionados por pólvora. Este subregistro puede ocurrir por un hecho mucho más peligroso que permitir que los niños manipulen pólvora, ya que los ponen en un doble peligro: que algunos padres no llevan a sus hijos quemados a los centros médicos para evitar ser sancionados y así los niños sufran complicaciones de sus lesiones ante la falta de oportuna y adecuada atención médica especializada.

Según lo publicado por el INS, la actividad que más lesiones ha dejado hasta ahora es la manipulación de la pólvora, que está relacionada con el 65,2 por ciento de los casos. Le siguen en su orden la observación de la misma, el almacenamiento, el transporte, la venta, la fabricación y otras causas no especificadas.

De igual forma, se supo que el 92 por ciento de las lesiones conocidas hasta hoy son consideradas quemaduras. De estas se desprenden otras como las laceraciones, las contusiones, las amputaciones, el daño ocular y el daño auditivo.

Además de las lesiones físicas que generan desde incapacidades transitorias hasta discapacidades permanentes, las lesiones por pólvora generan costos importantes en su atención, que son asumidos por el sistema de seguridad social en salud, sumados a la afectación directa que genera en la economía y la productividad del país las incapacidades laborales y los procesos médicos de rehabilitación, que en algunos casos son bastante largos y dispendiosos.

Las lesiones en los menores por el uso de la pólvora y sus eventuales complicaciones son sucesos totalmente evitables y prevenibles, a partir de la prohibición real y cierta de la utilización de la pólvora e impedir así la exposición riesgosa de los menores e incluso de los adultos que la manipulan. De igual forma, los costos emocionales en los que incurren las familias de estos pacientes, así como los costos financieros que debe asumir el sistema de salud colombiano para su atención integral, que incluye hasta largas estancias en unidades especializadas de cuidados intensivos para quemados, manejo en casa y rehabilitación, también son costos prevenibles y evitables si existiesen políticas públicas adecuadas y efectivas para la prevención y cuidado integral de las personas, en este caso, relacionadas con el uso de pólvora como elemento complementario a la celebraciones de las fiestas decembrinas. Obviamente, también es fundamental el compromiso de la ciudadanía, especialmente la responsabilidad de los padres en velar efectivamente por la protección de la salud y vida de sus hijos, lo que incluye restringirle el acceso a la manipulación de pólvora en sus diferentes presentaciones.

Mientras esto no se corrija, cada fin de año, Colombia continuará informando como este país sigue quemando a sus menores de edad.

*Es: Médico Cirujano, Especialista en Gerencia de Servicios de Salud y Especialista en Seguridad Social Latinoamericana. Ha sido: Vicepresidente de la Junta Directiva Nacional de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas (ACHC), Consejero Nacional, Departamental (Atlántico) y Distrital (Barranquilla), de Seguridad Social en Salud, miembro de juntas directivas de IPS privadas y de empresas sociales del estado, asesor en salud de la Contraloría General de la República, gerente del Hospital Universitario CARI ESE. Actualmente: docente universitario, columnista en medios impresos y virtuales, consultor y asesor en servicios en salud, editor de NOTAS DE ACTUALIDAD EN EL SECTOR SALUD. Todas las columnas del autor encuéntrelas en https://ulahybeltranlopez.blogspot.com o solicítelas al contacto: ubeltran@hotmail.com

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