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China estaba llevando al Imperio al ocaso, pero les apareció Trump. Por: María Patricia Ariza-Velasco

Todos los imperios del mundo, absolutamente todos han experimentado su ocaso. La historia da cuenta de ello, desde épocas remotas, lo cual no puede ser una excepción en la contemporaneidad. Los asirios, persas, egipcios, mongoles, otomanos, alemanes, rusos, españoles, británicos, romanos, franceses, japoneses, entre otros, hacen parte del mosaico de intereses de expansión y de dominación del resto del mundo. En América los Incas y Aztecas por su desarrollo finalmente echado a pique por el imperio español, también desplegaron sus estrategias de consolidación política y económica en amplios territorios.

Quienes han pervivido entre dos siglos no pueden ignorar la existencia y ahora el ocaso que está experimentando los Estados Unidos de América. Imperialista desde su independencia de 1776, conquistó y arrasó territorios de los nativos, lo cual reflejó en el género de películas de cowboys, muy visto en Latinoamérica en el siglo pasado, que sembró la idea de la maldad y necesidad de exterminio de los pueblos aborígenes, tal como lo hicieron más radicalmente los europeos y sus hijos al colonizar las tierras del norte. Como todo imperio ha sido guerrerista y entrabó desde su nacimiento guerras con México y España, donde la frontera no la pasaron los mexicanos, sino que ella pasó por encima de su territorio generando desde entonces discriminaciones. Por esas cosas de la madre naturaleza, los pueblos originarios que sobrevivieron, acorralados en reservaciones de tierras áridas, se enriquecieron por cuenta de la sangre de esta madre, el petróleo, pues a diferencia de Colombia, el dueño del suelo lo es del subsuelo. El poder del dinero eliminó las discriminaciones y con ello el acceso a cuanto les fue negado históricamente, porque la Carta de los derechos de la Convención de Filadelfia de 1791 era para los blanquitos.

La historia da cuenta de aproximadamente 48 guerras en que ha intervenido los Estados Unidos de América de manera directa, alejada de sus propios territorios.  Hasta hace poco se reputaban como “los americanos”, excluyendo a Latinoamérica y el Caribe, osando hablar incluso los consabidos seudo-intelectuales del norte, del “continente suramericano”, excluyendo además a Centroamérica. Comportamiento naturalmente desde ese concepto, totalmente discriminatorio además de supinamente ignorante, que transmitieron en los ámbitos escolares.

Tampoco es desconocido para quienes estudiaron historia en la educación secundaria y por ello le tomaron gusto a la lectura de las dinámicas sociales, políticas y económicas, sin sesgo alguno que, como imperio industrial, comercial y militar, los Estados Unidos de América (debe colocarse el nombre completo, pues también están en el contexto geopolítico americano los mexicanos y los del Brasil), se consolidó en el siglo XX,  consecuencia directa de la dos guerras mundiales y su carrera solo fue amenazada por la URSS en tiempos de la guerra fría y a finales del siglo referido propiamente por Rusia. Pero surgió un nuevo interesado en romper la hegemonía, el país que fue sometido a la hambruna por Mao Tse Tung, que resurge como ave fénix, por las nuevas políticas económicas de “socialismo de mercado”. De origen mongólico, genéticamente y por necesidad, son agazapados, guardan celosamente costumbres milenarias, son “tribales”, no se mezclan, tampoco exhiben públicamente sus intimas emociones, al parecer no ríen, tampoco cuentan sus problemas y guardan muchos secretos. Se les puede definir como “silenciosos” y por ello generan temor, porque las enfermedades más preocupantes son las que tienen esta característica.

Expertos en estos temas de poderes económicos y políticos, desde tiempo atrás anunciaron el fenómeno de nuevo surgimiento imperial, pero en occidente poco creían que esto sucediera.  Imaginar a China roja dominar, era improbable en el pensamiento tradicional de este hemisferio que fincaba sus esperanzas en el país del Norte, por tanto, la “dominación amarilla” era un canto de sirena pues creían que el “Libro Rojo”, ya no tendría cabida al dejarlo de lado el mismo país.  ¡Que incauta, ha sido la dirigencia política y económica! China ha manipulado de años atrás el tema petrolero creando situaciones plásticas en la economía internacional, lo hizo igualmente en este año, a inicios de la pandemia, acaparando lo que podía físicamente, representado en 385 millones de barriles, pero sin dejar de adquirir lo que diariamente requiere. Obvio esto altera la ecuación económica internacional. Pero a ello hay que sumarle las maniobras de adquisiciones de gran variedad de inversiones internacionales que fueron facilitadas a través del modelo del contrato internacional denominado Join Venture, tras la aparente caída de su bolsa de valores con ocasión del COVID 19. Se beneficiaron los inversores chinos quienes compraron los porcentajes extranjeros a precios bajos y se quedaron con los “know how” de marcas reconocidas. No es teoría de la conspiración, es la realidad.

Contextualizado el tema chino, ahora el análisis del ocaso del imperio. Si, tristemente quedó develado en el contexto de las naciones, la forma mas abrumadora de corrupción en un debate electoral, en el país que alberga todas las nacionalidades, en el crisol de las razas y el ejemplo de la democracia contemporánea. Ya no es Colombia la campeona en resucitar muertos, desfigurar el patrón electoral, generar tarjetones irregularmente, traficar corruptelas en algunas registradurías del estado civil, trastear con votos desde ultratumba, falsear resultados, destruir tarjetones, cantar la ganancia antes de suceder, o desconocer rampantemente el querer popular.

En el imperio se fraguó una manipulación vergonzosa y la verdad, que era la garantía en los comportamientos de los estadounidenses dejó de serlo, gracias a las redes sociales que advirtieron de tiempo atrás lo que se veía venir. La gran prensa escrita y de televisión, desde el primer día de inicio del gobierno Trump le declaró la guerra mediática, propiciando con ello el ambiente sesgado, por tanto, no imparcial.  El hecho de ser creyente activo, enfureció a algunas élites. Errores si, los cometió, pero no puede ser tildado como guerrerista, porque no activó ni propició guerras, más allá de desenmascarar las jugadas chinas. Sus antecesores si lo fueron, tal como lo hizo Obama, paladín de la paz, premio nobel del mismo tema desprestigiado por Oslo.

El Fraude electoral totalmente

Lo diferente, el voto electrónico y el voto por correo. ¿Cómo fue posible conocer, que el total de votos por correo en cada Estado de la Unión, eran de origen demócrata? Algunos incautos, otros románticos de las causas, sin conocer la realidad, no advirtieron los mensajes que desde semanas atrás enviaba Trump en sus intervenciones públicas. Si, no se dieron cuenta que un lapsus Biden, descubre “el gran fraude”, usa además el tema del COVID para capitalizar y ¡que en él solo se unificará la vacuna y virus para obrar en toda la humanidad!. No advirtieron las llamadas del candidato republicano, de hacer seguimiento a todo lo que se iba a desencadenar. No es ahora como creen algunos, pataletas de brabucón inmaduro, son las pruebas de tarjetones cambiados, los que arribaron por “delivery”, pues los originales tenían marcas de agua, los usados en la trampa colosal no los tienen, como se conoce a través de las redes sociales. Suponen que fueron hechos en la China, expertos ellos en producir réplicas triple A, pero al fin y al cabo no originales. Son los hechos comprobados de votantes fallecidos de años atrás quienes también votaron por este sistema. Falta aún mucho en la batalla jurídica, que debe resolverse prontamente.

No se si existen los testigos electorales en el país del norte, pues estos, cuando son juiciosos, aportan las pruebas más valiosas en los procesos de esta naturaleza, pues la experiencia demuestra que, en Colombia, los del MIRA tienen gran disciplina y rigor. Su actividad impecable ante el Consejo Nacional Electoral.  De hecho, el proceso tardío ante el Consejo de Estado, restauró a final del periodo correspondiente curules a senadores de este partido, pues no convenía antes para el gobierno Santos, ya que cambiaba la balanza en contra de sus tropelías. Ojalá Trump cuente con expertos de esta naturaleza, para facilitar la labor de los jueces.

Surge esta pregunta: ¿Por qué los primeros mandatarios de China Xi Jinping, Putin, Bolsonaro y el vecino del gringo López Obrador, permanecen en silencio? Se llama cautela e inteligencia política, porque conocen que deben esperar la definición en la Cortes de los Estados Unidos de América, pues no sería la primera vez que así sucediera en los EEUU. López Obrador de tendencia izquierda, sabe que, como vecino, no es prudente crear ambiente negativo para su propio país, si las Cortes cambian el resultado, aplicando con rigor el estudio probatorio. Así deberían haber obrado los demás presidentes de los otros países, con sensatez, no dejarse llevar por las emociones de la gran prensa y los malos asesores. Los otros mandatarios prudentes, al representar los intereses de las economías dominantes y el chino en particular, pues el conoce que una réplica triple A, al pasar por el examen riguroso, el buen conocedor desentraña no es la original.

Más de setenta millones de votantes directos, no a través de correo, son el aval de Trump y, por otro lado, la más pura sutileza y especialización de la corrupción en la democracia por excelencia de occidente, como muestra de todas las degradaciones juntas, es la razón suficiente para confirmar que nos hallamos ante el ocaso irrefutable del imperio, que deja de legado muy malos o deplorables ejemplos.

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